Declaración en la muerte de Papa Francisco 21 de abril de 2025
Nuestro amado Papa Francisco ha partido a su descanso eterno. En esta Octava de Pascua, cuando la Resurrección de Jesucristo se celebra como un día continuo de regocijo, damos gracias a Dios Todopoderoso por el Papa Francisco. El ejemplo vivo de fe, esperanza y amor del Santo Padre se nutrió de un corazón de siervo que lo impulsó a hacer de su vida una ofrenda al Señor Jesús por la gracia de Dios. Todos nos hemos beneficiado de su bondad.
Junto con los fieles cristianos, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos de la Diócesis de Paterson, lamento el fallecimiento de nuestro Santo Padre. Esta es una muerte en nuestra familia y la sentimos juntos. Lloramos y vivimos con esperanza. En el Evangelio de este Lunes de Pascua, Cristo Resucitado les dice a sus discípulos: «No tengan miedo» (Mateo 28:10). Nuestra fe en el Señor Resucitado nos sostiene.
El ejemplo del Papa Francisco será siempre vital, pues su estilo de vida estaba arraigado en el corazón de nuestro Buen Pastor. El Papa Francisco, a imitación del Buen Pastor, dio singular importancia a acoger a los quebrantados, a los desesperados y a los desesperanzados. Arraigado en una esperanza gozosa, el Santo Padre nos enseñó que, como Cuerpo de Cristo, nuestra mirada debe estar orientada hacia las periferias, como embajadores de Cristo. Francisco predicó con fuerza la dignidad de la persona humana, elevó a los marginados y pobres, y concretó la misericordia de Dios mediante la caridad viva y la compasión tangible. Como Pedro, nos fortaleció en la fe.
En estos últimos días, como familia de fe, hemos visto disminuir la fuerza física del Santo Padre, pero el poder de su fiel testimonio crece cada vez más. Al darnos plena cuenta de la fragilidad mortal que todos compartimos, el Papa Francisco nos enseñó a ser valientes en la fe y a confiar en que, en nuestra debilidad, conservamos el don de ser hijos e hijas de Dios y hermanos y hermanas unos de otros.
En su llamado al Año Jubilar, el Papa Francisco pronunció esta oración: «La esperanza nace del amor y se basa en el amor que brota del Corazón traspasado de Jesús en la cruz». Confiados en la misericordia que nace de la cruz, encomendamos a este Siervo de los Siervos de Dios a la amorosa misericordia de Jesús. Oramos para que el Papa Francisco conozca la recompensa de su bondad. Nos guía la Luz Viva de Cristo Resucitado, quien ha vencido el pecado y la muerte, y oramos para que la alegría del Evangelio, que fue el pilar del Santo Padre, el Papa Francisco, sea la nuestra.
Concédele, Señor, el descanso eterno , y brille para él la luz perpetua. Amén.